viernes, 8 de febrero de 2013

Te comunicas bien?

La comunicación es un proceso que data desde hace más de 100 mil años y que a pesar del tiempo transcurrido aún no hemos sabido perfeccionar. Muchos de los conflictos que se generan a nuestro alrededor son el resultado de una comunicación inefectiva.

Entendiendo la comunicación como un proceso, donde existe un emisor y un receptor, vamos notando la importancia de saber quién o quiénes serán las personas con las que nos comunicaremos. Así, no es lo mismo comunicarse con un niño, un adolescente o un adulto.
De por sí, comunicarse verbal o no verbalmente requiere algunos ingredientes muy básicos, que deberían ser el mínimo común denominador a todos nosotros a la hora de transmitir nuestras ideas, pensamientos, sentimientos o cualquier otro tipo de información.
La comunicación debe ser:
1. honesta por excelencia, debe reflejar realmente aquello que deseamos transmitir.
2. directa, es decir, sin adornos ni disimulos, ya que corremos el riesgo de perdernos y alejarnos del objetivo.
3. concreta y específica, el argumento viene después.
4. debe tener una finalidad en si misma
5. debe ser expresada en positivo, no con matices negativistas
6. finalmente para garantizar que la comunicación será efectiva, debemos ser empáticos, es decir, saber ponernos en el lugar del otro.

Es prudente no olvidar que lo que queremos transmitir debe llegar en el momento oportuno y en el lugar indicado.
Tener en cuenta estas recomendaciones mejorará nuestra relación con los demás, sea en casa, en nuestro trabajo o cualquier ambiente en el que nos desenvolvamos.

Deseo hacer hincapié en una situación muy especial. Cuando de un vínculo más íntimo se trata (como por ejemplo, con los hijos o con la pareja) entra a tallar una forma de lenguaje muy útil en estos casos: el lenguaje no verbal.     
El lenguaje no verbal es una forma de comunicación que emplea nuestros sentidos como vía de ingreso. Así, se usan imágenes, sonidos, gestos, movimientos corporales, entre otros.
Adquiere gran importancia porque cumple mayor número de funciones que el verbal, pues lo acompaña, completa, modifica o sustituye en ocasiones. Así, debemos poner un énfasis especial en que nuestro cuerpo diga lo mismo que aquello que sale de nuestros labios. Para lograrlo debemos creer realmente en lo que decimos (honestidad). Cuando ambos tipos de información son incongruentes entre si, aparece la confusión y con ella el fracaso en nuestro intento de expresión.
Los niños y adolescentes son especialmente sensibles a captar nuestro lenguaje corporal: una mirada dulce,  una caricia son tan importantes como los te quiero que podemos verbalizar. Un golpe físico, aún sin palabras de por medio, deja por si mismo la huella imborrable de un dolor, que tampoco se expresará en palabras. 
Dra. Berbel Hess
Psiquiatra-Psicoterapeuta
Telf: 980068958
berbelhessa@hotmail.com

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